Tremendamente curiosa esa ardua explosión
que no te deja saber cuando
ni donde exactamente empieza,
y ya la tienes ahí,
reventándote por dentro,
a poco de arrancarte la piel a tiras y escapar.
Puro dolor.
Quizás con un poquito más
uno podría desmayarse,
pero este tipo de dolor es tan hijo
de puta que te deja ahí,
al borde
de lo que humánamente puedes soportar.
Curiosa
porque nunca tendrás
la certeza de cuando acabará
hasta que sin darte cuenta lo haga,
pero más curiosa es esa demostración
que te dice que estás vivo
justo en el momento
que quisieras estar muerto.
Escrito por Daniel Calderón Martín
No hay comentarios:
Publicar un comentario